A Day in the Life of Bodeguita

Un día en la vida de Bodeguita

La luz llega a la calle antes que yo, recorriendo las paredes e iluminando el gato pintado en la persiana de Bodeguita. La calle sigue tranquila; solo se oye el ruido de las motos y la risa de alguien al final de la calle.

Afuera, los primeros surfistas empiezan a llegar calle arriba, con las tablas despreocupadamente bajo el brazo, el pelo húmedo y salado, y el brillo característico de la sesión de surf en el rostro. El aire huele a protector solar, cera para tablas y café expreso. Otro día a punto de comenzar en La Punta.

Abro la puerta, levanto las contraventanas y contemplo el interior: ese tesoro familiar de tableros, productos, piezas, historias, listos para cobrar vida otro día.

Dentro, la música de Bodeguita inunda el ambiente y la tienda cobra vida. Sin prisas. Sin grandes lanzamientos. Solo ritmo pausado, buena energía e historias por contar.

“Aquí, cada marca se elige por puro instinto: esa sensación de mariposas en el estómago cuando aparece algo auténtico.”

— Bodeguita

Cada marca que aparece aquí la elijo por pura intuición: esa sensación que me recorre el estómago cuando encuentro algo auténtico. Algo nuevo, diferente, emocionante. Es una sensación. No se puede fingir. Me ha pasado con todas y cada una de las marcas que he tenido la suerte de descubrir.

Cada pieza que llega a la tienda ha sido cuidadosamente seleccionada, no solo por su apariencia, sino por la historia que encierra. Las manos que la crearon. La energía que la impregna. Desde el boceto del diseñador hasta la última puntada, todo forma parte de un mismo latido. Eso es lo que busco siempre: objetos hechos con intención, honestidad y alma.

Dentro de Bodeguita: fundadores y amigos en el cine
Los rostros detrás de los productos: los amigos y fundadores que dan forma a lo que ofrece Bodeguita.

Ahí está Ana Mexicana , que aporta calor y humor a sus estampados tropicales —brillantes, vibrantes, llamativos— junto a ODD , marca puertorriqueña y colaboradora de Bodeguita desde hace tiempo, pura actitud y un impacto visual natural. Luego está Helix Aspersa , la diseñadora de joyas de la Ciudad de México: sus collares con dijes de My Little Pony se exhiben junto a pipas de vidrio soplado a mano del ceramista y artista local Mikas ; un poco ritual, un poco sueño. Y Lupe Báez , que transforma piezas vintage en modernas odas a Puerto Rico: estampados de rincones escondidos que solo los locales conocen. Tablas de surf de Ceviche apiladas en bloques de color junto a sus camisetas estampadas, que siguen arrancando una sonrisa con sus gráficos desenfadados.

“Bodeguita no se trata de estéticas que combinen, sino de vibraciones que chocan y que de alguna manera encajan.”

— Bodeguita

Cada marca tiene su propio estilo. Esa es la clave. Bodeguita no se trata de estéticas idénticas, sino de vibras que contrastan y, de alguna manera, se complementan. Eso es México: movimiento, creación en constante evolución.


Bodeguita Surf Store — El punto de encuentro en Puerto Rico para el surf, el arte y el diseño independiente.

Luego llega el atardecer, mi momento favorito. La luz se torna dorada. Cambia la música y, de repente, la tienda se llena de nuevo. Viajeros suben desde la playa, gente del lugar se pasa por allí, diseñadores aparecen solo para saludar. El gato del restaurante de al lado se adueña del mostrador como si fuera suyo (y en cierto modo lo es). Alguien se está probando una camiseta, otro habla de olas o de su próxima colección. Hay risas, historias, mezcal, un poco de caos; siempre se respira un ambiente de comunidad.

Y en medio de todo eso, lo siento: ese mismo pulso que ha estado ahí desde el primer día. La bodeguita es mi vórtice. El lugar donde el tiempo se curva. Donde me olvido del mundo exterior y todo empieza a fluir. Conversaciones, ideas, energía... todo enredado en un gran latido.

La gente entra preguntando dónde es mejor surfear mañana, cómo mudarse aquí, cómo cambiar sus vidas... y de alguna manera, entre los estantes de camisetas y el tintineo de las joyas, terminamos hablando de todo lo que realmente importa: la libertad, la pasión y esa corazonada que te dice que estás exactamente donde debes estar.

Cerrando las persianas de La Punta
Persianas bajadas. Música a lo lejos. Sal en el aire. Puerto sigue su curso.

Eso es Bodeguita. Una tienda, sí, pero una que se siente como algo más: un destino, un lugar de encuentro para mentes afines, un reflejo del mosaico vivo de personas, culturas, escenas y actitudes que es Puerto Escondido.

Para cuando termino de cobrar, apago las luces y bajo las persianas al comienzo de otro día, el aire huele a tacos y sal, la música llega desde los bares de abajo y todavía puedo oír las olas a lo lejos.

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